México lindo y querido si muero lejos de ti
que digan que estoy dormido
y que me traigan aquí.
¡Que digan que estoy dormido
que digan que estoy dormido
y que me traigan aquí.
¡Que digan que estoy dormido
y que me traigan aquí!
No hace falta decir quien fue Roberto Bravo, un hombre honesto, reservado, de grandes silencios, respetuoso y siempre atento a las necesidades de sus prójimos, quien, a pesar de haber comprado aquel libro que llevaba por nombre: "Cómo aprender a decir que no", nunca lo logró porque todo lo que hacía le salía del corazón.
Un hombre de gran inteligencia que decía que todo esto era porque había ido a la escuela de la "Seño Pachita", y gracias a la "Seño Pachita" podias tocar cualquier tema, porque siempre tenía una respuesta para ti.
Le sobrevive su esposa, que a pesar de sus largas ausencias, nunca permitió que nadie ocupara su lugar en su mente ni en su corazón.
Y sus tres hijos que contra viento y marea aprendieron a salir adelante.
Tu nieta Dione ya no escuchará las historias que me contabas de tu amigo el bombero que tenía un perro dálmata... Y no va tener quien le explique las matemáticas con paciencia hasta altas horas.
Tu nieta Andrea no va a quedar ronca de cantarte las mil canciones que aprendió en el Kinder, y que tú escuchabas con tanta paciencia cuando yo era pequeña.
Muchos saben quien fue Roberto, lo que no saben es que no alcanzó a ver a su hija mayor moverse como pez en el agua entre la clase intelectual de la ciudad.
No vió a su hijo casarse por todas las leyes y sacar a su familia adelante con éxito.
Y tampoco me vio a mí lograr salir adelante ante la adversidad. Llevando a cada paso su influencia en mi vida.
Es una gran pérdida la que nos dejas con tu partida...
Nunca te gustó ser una carga para nadie, por eso un día te fuiste al norte, buscando tu pensión para la vejez y finalmente la conseguiste.
¡YA PUEDES VOLVER A CASA...!
Te quiero papá, y siempre te llevaré en mi corazón.
Penny.
